¿Qué es un showroom?

La palabra, inglesa, significa literalmente “habitación para mostrar”. Los orígenes de este tipo de espacio hay que buscarlos en el contexto del mundo de la moda y sus complementos, aunque hoy en día un showroom puede dar cabida a prácticamente cualquier ámbito o temática. En esencia, se trata de un lugar destinado a que las marcas presenten sus creaciones fuera de las ferias o eventos específicos destinados a tal fin. No tiene por qué ser necesariamente una habitación, sino una sala de tamaño variable, en función de lo que se quiera mostrar; incluso puede ser un espacio complejo, con diversas habitaciones. Tampoco es necesario que esté especializado en una sola firma, sino que puede agrupar a varias de ellas o, también, a diferentes productos, en función de infinidad de criterios.

Pero, por encima de todo, es un punto de encuentro en el que el contacto con el visitante o el cliente es más cercano, más íntimo y más exclusivo. La idea es atraer a compradores y clientes —tanto si se trata de particulares como de representantes de pequeñas o medianas empresas— creando un ambiente amistoso, cómodo, casi hogareño, en el que la intimidad de la experiencia comercial resulte agradable y eficaz.

La instalación de un showroom se debe hacer con tanto cuidado como la de un stand. A este respecto, en este blog se han ofrecido numerosos consejos, pero en este caso habría que insistir sobre todo en lo siguiente. Es fundamental llevar a cabo una adecuada promoción del evento, por ejemplo, con invitaciones personalizadas que deben ser enviadas con la suficiente antelación, y también realizando la oportuna difusión en redes sociales. No menos importante es tener un registro de los asistentes, con sus contactos, sus opiniones favorables y sus críticas negativas: así sabremos qué les ha gustado y podremos cerrar ventas “post-evento”; y, también, conocer qué es lo que no gusta, para poder mejorar y renovarse de cara a próximas citas. Siempre es bienvenido un regalo inesperado, un detalle que acompañe la intimidad de la experiencia. Por último, hay que demostrar que somos buenos anfitriones, mucho más que en otro tipo de eventos: vigilar la temperatura, la humedad y la iluminación del local; ofrecer aperitivos con alternativas para las alergias o intolerancias comunes; charlar con los asistentes y mostrarse atentos en todo momento.

Las posibilidades de un showroom son prácticamente inagotables y vale la pena ser abiertos de mente y originales para adaptar a este tipo de instalaciones las nuevas tecnologías y todos los recursos que ofrecen el interiorismo, el diseño y las técnicas de marketing para lograr una experiencia común que permita a los visitantes conocer los productos y las novedades que podamos ofrecerles. Desde los tradicionales showrooms dedicados al textil, hasta otros que a priori parecen de más complicada implementación, como los que tienen como protagonistas el mundo del automóvil o del vino, por poner sólo un par de ejemplos, no hay sector que no haya probado con éxito esta exclusiva estrategia comercial. ¿Quieres ser tú el siguiente?

 



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